Juno... tan simple como efectiva.

Mucho se ha hablado en el último mes sobre la película "Juno". Unos dicen que no merece la pena tanto premio ni revuelo a su alrededor; y otros, como yo, nos decantamos por aplaudirla. Pero el análisis no es vacío ni tan superficial.

De acuerdo, no es una joya imprescindible, pero brilla por su simpleza, su serenidad y sus diálogos inteligentes en la boca de una adolescente venida a más. Efectivamente, no es una obra magistralmente filmada, pero tiene el ritmo necesario para encantar, entretener y provocar. De manera cierta, no es un conjunto magnífico y celestial, pero alcanza las estrellas por momentos y, sobre todo, en la excepcional Ellen Page.

Si uno quiere ver un film franco y directo, esta es la opción. Nació sin aspavientos ni con aspiraciones, y es allí donde radica su principal fortaleza: no pretende nada más de lo que se ve. Y eso es algo que merece reconocimiento y que debemos agradecer en un enjambre de cintas grandilocuentes, revisiones de antiguos éxitos y carencia de ideas.

Creo que por eso llama tanto la atención: es una película que se debe ver sin esperar nada de ella. Si quiero ver la multipremiada y meganominada cinta independiente del año, nos parecerá poca cosa. Pero si la veo por lo que es en su génesis, una historia universal en un entorno natural (no por la vegetación, sino porque podría ser cualquier lugar) con algo de inteligente ironía, disfrutaré, como hace tiempo no lo hacía, frente a la pantalla del cine.

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