El Incidente (M. Night Shyamalan)

La última película del creador de "El sexto sentido" es perturbadora de principio a fin.

Perturba su atmósfera de tensión, congoja, desesperación y desesperanza. Nos perturban sus tiempos, pausas o ausencia de ellas; sus imágenes desgarradoras y el acecho de un enemigo común, desconocido e implacable.


Perturba su humor gracioso y disonante. Su guión bien trabajado en principio y decadente hacia el final. Sus personajes, entrañables y turbadores, insoportables y perfectos. Su continua percepción de que hay algo ahí que no somos capaces de ver, pero que nos ahoga. Lo humano de sus protagonistas y lo absurdo de muchos de ellos.

Perturba un final predecible, edulcorado, poco impactante y mucho menos interesante. Su mensaje ecológico, de la efímera naturaleza humana y de las fuerzas de la tierra. De lo facilón que resulta como folleto del acuerdo de Kioto y del movimiento "verde".

Perturba su egocentrismo americano y el aroma a 11-S que se desprende en las reacciones de la gente. La costa este de EE.UU. vuelve a estar en el centro de las miradas y en absoluto peligro. Nada como meter el dedo en la herida una y otra vez para lograr la identificación y despertar los oscuros sentimientos colectivos.

Perturba por sobre todas las cosas, el enemigo común, tan irremediablemente invencible. La ley natural y el orden de las cosas se deben mantener pues, de lo contrario, el fin será inevitable. Moralina americana al por mayor, pero con la satisfacción de lograr gran parte de su cometido: someter al espectador a una tensión permanente y a una tortura hacia el final.

Entenderlo de una vez: el cine y el romance no siempre deben ir de la mano. Hubiera sido mucho mejor dejar a la raza humana sin esperanza en una situación límite muy actual. Al menos, habría resultado más desgarrador. Sin embargo, como experiencia inquietante y atmósfera tensa, resulta totalmente efectiva.

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