"Milk" (2008)

La última película de Gus Van Sant, vuelve a tocar el tema de la homosexualidad desde el frente, desde las armas, centrándose en la vida de Harvey Milk, el primer supervisor abiertamente gay en California, que fue elegido por votación popular casi a finales de los años setenta, para ser asesinado poco más tarde por otro miembro del San Francisco Board of Supervisors, quien también mató al propio alcalde de la ciudad.

Con una trama conocida y un final anticipado por el propio personaje, lo que queda es hacer un viaje desde el nacimiento de un líder político, de un hombre que se ganó su lugar en la historia política de Estados Unidos por su carisma y su entrega a las causas por las cuales luchaba. Y Van Sant sabe como hacerlo.

"Milk" recurre con éxito y maestría a la mezcla de imágenes de archivo con las del rodaje, dando una idea general del ambiente en Estados Unidos, de los primeros y tímidos pasos del movimiento homosexual por hacerse un lugar en la sociedad civil, y del duro enfrentamiento con los poderes establecidos. Este toque de "realismo" favorece al desarrollo de la historia, teniendo como hilo conductor el testamento grabado que dejó el activista, antes de morir.

Junto con la carrera política de Milk, que conoció varias veces la derrota antes de conquistar a los habitantes de San Francisco, se desarrolla también la historia de un país, de una época, de un movimiento social, de una liberación, de la necesidad de reconocimiento y respeto a los demás. Si bien en este caso la motivación es clara, también se puede extrapolar la iniciativa de éste activista a todas las luchas de minorías que aún no consiguen alcanzar el lugar que merecen en la sociedad.

Sean Penn, es el protagonista de esta historia y, casi como siempre, su interpretación es fabulosa. Sin caer en la caricatura, es capaz de dotar al personaje de movimientos y expresiones que no le son propias, pero que sí pueden ser fácilmente identificables para el gran público. Del resto del reparto, suenan los nombres del cada vez más efectivo Josh Brolin, en el rol del asesino; Victor Garber (alcalde); James Franco y Diego Luna, como las dos parejas significativas en la vida de Milk; y Emile Hirsch (Speed Racer), casi irreconocible tras unas gafas muy de la época.

El resultado no es todo lo lacrimógeno que podría esperarse, pero eso no quiere decir que la película no tenga humanidad. Simplemente, Van Sant ha sabido emocionar y contar una historia, dejando de lado el activismo y la alegoría sin fondo. No pretende ahondar en la intimidad del personaje, explotando su tendencia sexual, sino que se centra en la vida pública, en la política y en la caída de una personalidad dispuesta a conseguir un mundo mejor no sólo para sí mismo, sino que para todos. Y es ahí donde se encuentra su principal fortaleza.

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