Horrorizado

Con infinita impresión leímos esta semana en la publicación de la Conferencia Episcopal las siguientes perlas:

"La cuestión es: reducido el sexo a simple entretenimiento, ¿qué sentido tiene mantener la violación en el Código Penal? ¿No debería equipararse a otras formas de agresión, como si, por ejemplo, obligáramos a alguien a divertirse durante algunos minutos? ¿Por qué tanta disparidad en las condenas?"

Y otra:

"Ése es el ambiente cultural en el que vivimos, y, sin embargo, la inmensa mayoría de españoles consideraría una aberración que se sacara la violación del Código Penal, aunque, a sólo cien metros, uno tuviera una farmacia donde comprar, sin receta, la pastillita que convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute".

Me parece muy bien que la Iglesia y quienes la representan, opinen respecto a lo que ellos consideran correcto o no, adecuado o no, pecado o no. Pero llegar a tales aberraciones, donde aunque sea de forma metafórica se compare la violación con quitarle trabas a la venta de la píldora del día después o al aborto, creo que es pasarse bastante más allá en aras de unas convicciones que muchos en la sociedad no comparten.

Además, reducir el sexo a un simple acto de esparcimiento ("Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal") y se pone como una mera obligación marital, creo que hablamos en contra de la naturaleza.

Una cosa es que, perdonando la expresión, la gente folle libremente por las calles y otra es que cada uno haga con su cuerpo lo que quiera en su ámbito privado. Porque para muchos, el sexo no es sólo una actividad reproductiva, sino una forma de expresar el amor, la intimidad, de satisfacción y otros tantos calificativos absolutamente válidos.

Sí me parece positivo que exista una tendencia a remarcar la necesidad de un sexo seguro y responsable, ya no sólo por el riesgo de embarazos no deseados, sino por los contagios y enfermedades que tanto conocemos y que, pese a todo el trabajo realizado, continúan extendiéndose en una proporción muy preocupante. Y en ese sentido, a las actuales medidas del Gobierno les falta el componente educativo que es tan necesario.

La píldora del día después no debe ser considerada la panacea de las relaciones sexuales esporádicas e irresponsables, sino que debe ser asumida como una vía alternativa ante una situación complicada que requiere ser asumida con respeto, cuidado y madurez.

Tal como discutíamos ayer, el problema de raíz está en la educación de nuestros jóvenes y de nuestros niños -y porqué no decirlo que también en la de muchos adultos- donde se asuma que hay ciertos conceptos o restricciones que no afectan a todo el mundo y que la realidad va mucho más allá. La Iglesia, para muchos, es una voz desgastada, sin credibilidad o razón. Pero en vez de integrar a esas personas, las condena, las señala, las apunta, las degrada. Y no me cansaré de decir que éste es uno de los grandes errores actuales de la institución.

No recuerdo el nombre del autor de este artículo -y la verdad es que tampoco me parece relevante-, pero simplemente debo decir que su escrito me ha parecido desafortunado, erróneo y aberrante. Tal como dice usted, no pretende frivolizar el concepto de violación. Y ahí ha acertado, porque lo que ha frivolizado es el concepto de persona, de individuo, de ser humano. Y el concepto de víctima de una violación y el concepto de libertad de pensamiento.

Con medidas como ésta no se deshumaniza la sexualidad, pero con palabras como las suyas, nos ha deshumanizado un poco a todos, poniéndonos a la altura de unos animales en celo. Creo que no todos somos iguales y, sobre todo, todos podemos cometer muchos errores. No soy partidario del aborto y difiero de algunas expresiones "ministeriales" de las últimas semanas, pero eso no me da la autoridad para sentenciar, apuntar y "tirar la primera piedra". ¿Acaso no ha aprendido nada del ejemplo?
¿Nunca se ha equivocado? ¿Nunca ha querido volver atrás, arrepentido?

5/Post a Comment/Comments

  1. Mi querido amigo: hoy justo comentábamos con nuestra amiga común estas lindas palabras que tuvimos la suerte de escuchar ayer en el taller.

    Después de escuchar la primera línea, salté visceralmente aunque, haciendo caso de tus consejos, seguí sus argumentos para intentar juzgar con ecuanimidad. Pero lo que seguí escuchando después fue cada vez a peor.

    Más allá del debate sobre el aborto (yo me declaro a favor del derecho al aborto, es decir, a la no persecución como delito; no sé si sería capaz de hacerlo y puedo asegurarte, por alguna experiencia cercana, que cuando una mujer elige abortar no lo hace feliz de la vida ni después queda supercontenta diciendo 'yupi, yupi, voy a seguir follando porque después puedo abortar'; es un trauma y, como bien dices, lo ideal sería que esto sólo fuese la última y extrema solución), me parece fortísimo que se equipare con el delito de la violación. Como si una persona violada (me da igual su edad o sus circunstancias) se divirtiese con el abuso de la otra persona.

    En fin, no sé si quiero llegar a alguna conclusión, amigo. Es que me encendí mucho con este debate y hoy continuamos en esta línea. Nuestra amiga uruguaya, que no había escuchado las declaraciones, alucinó (literalmente) cuando se las contamos...

    Te mando un beso enorme y mañana nos pegamos el achuchón correspondiente (menos mal que aquí siempre se encuentra la sensibilidad que corresponde).

    ResponderEliminar
  2. Si es que no diferimos en la base. Que "yo" no esté de acuerdo con el aborto, no significa que nadie pueda estarlo. Mis razones son simples: para mí, desde el momento de la concepción, ya podemos hablar de la existencia de una persona en su proceso de desarrollo. No entraré en detalles de alma, mente, funciones vitales o lo que se esgrima. Para mí, desde ese momento, hay vida. Y ya está. No necesito más argumentos.
    Pero como decía, el derecho al aborto es de cada persona. Y te puedo asegurar que conozco de cerca los testimonios de mujeres que han abortado y, claramente, no es un proceso que se lleve fácilmente y que se supere así como así.
    Creo que es peor tener a los niños y abandonarlos en basureros, parques o alguna de las aberraciones que vemos semana tras semana en las noticias.

    Pero tampoco se trata de llegar a conclusiones. Simplemente, lo que me interesa es dejar constancia de una intervención muy desafortunada y fuera de lugar, ante la cual nadie ha pedido explicaciones ni rectificación.

    ResponderEliminar
  3. No sólo no ha habido explicaciones ni rectificación, sino algún que otro apoyo...

    Besos, amigo mío

    ResponderEliminar
  4. Anónimo18:47

    Tomás lo leí y estoy como confundida, no entendí a donde van y para serte franca no tengo, en este momento ganas de devanarme los sesos con algo así. Lamento todas las opiniones que causen mas problemas la Iglesia, pero tengo tambien claro que no son, como en este caso, mas que opiniones.
    En lo del aborto sabes que estoy contigo, la vida comienza en la concepción y éste sea terapéutico o por el motivo que se quiera es ir contra la esencia misma de Dios que nos da la vida. Si creo que nunca es una desición fácil y que debe dejar heridas muy profundas.Es parte tuya la que haces desaparecer y no creo ese hueco llegue a llenarse.
    mamá

    ResponderEliminar
  5. Oye, qué bonita queda tu columna de la derecha con los blogs ordenaditos jejejejeje... Eres un crack...

    Un beso y hasta el encuentro de dentro de un rato

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente