La polémica de las nanas

La polémica de las nanas en Chile (en España las "chachas" o las "tatas") comenzó mientras yo estababa de vacaciones. Si bien, al principio me parecía una noticia casi anecdótica, me doy cuenta de que el asunto es mucho más profundo y está mucho más arraigado de lo que pensaba inicialmente.

Todo comenzó por el reglamento que un exclusivo barrio de Santiago (Club de Golf Las Brisas de Chicureo) ponía sobre el uniforme que debían utilizar las empleadas domésticas para que fuesen identificadas como tales y exigían a los socios que al sector de la piscina solamente entrasen socios y familiares, ante el aumento de las "nanas" como acompañantes de niños y niñas.

Recuerdo escuchar en la radio ADN una llamada en la que una mujer, tan simpática como pija, decía que la idea del uso del uniforme tenía una razón muy simple: que las "nanas" no fuesen confundidas como "amigas de las señoras" cuando fuesen al supermercado o a dejar a los niños al colegio. 

A ella le parecía un escándalo, pero es una idea tan profundamente estúpida del arribismo social chileno que se suma a otra larga lista de idioteces: teléfonos móviles de mentira, ir en coche con las ventanas cerradas para que los demás crean que tienes aire acondicionado, llenar carros con caros y exclusivos productos en el supermercado, para luego salir con un poco de pan, encerrarse en casa durante un supuesto período de vacaciones, etc. Y todo para aparentar un estatus socioeconómico...

Hace unos días, se hizo famoso un video en que una ciudadana, Inés Pérez, decía ante las cámaras de Chilevisión (y que se puede encontrar en YouTube): "Acá la única obligación que tiene mi nana es que al ingresar a las ocho y media de la mañana y al retirarse a las seis y media de la tarde lo tiene que hacer en un furgón (Nota: en un coche de acercamiento para evitar robos ¿?). ¿Te imaginai (sic) acá en el condominio todas las nanas caminando pa’ fuera? ¿Todos los obreros caminando por la calle y tus hijos ahí en bicicleta?".

Pérez, que se ha ganado centenares de enemigos a través de las redes sociales, habla de las nanas y de los obreros como si fueran animales salvajes, enfermos, que ponen en peligro la tranquilidad del lugar y la belleza del entorno (por intentar encontrarle una explicación). Curiosamente, esas nanas que "caminan por la calle" son las mismas que han cuidado a los hijos de sus "patrones" durante todo el día, además de limpiar y hacer la comida, sin que nadie ponga problemas por ello.

Si bien nos quejamos del doble estándar de los estadounidenses en cuanto al sexo y la violencia, en Chile tenemos un profundo doble y triple estándar con respecto a la posición social, el pedigree familiar, el trabajo y un sentimiento profundamente aspiracional, que va más de la mano del arribismo que de la intención de mejorar.

Además de todo esto, fui testigo presencial de un par de conversaciones indignantes sobre el origen racial, la inmigración y la posición social, demostrando que los avances de la sociedad civil en Chile son, todavía, un simple maquillaje para acercarse a otros países.

Chile querido, ¡cuánto camino te queda por delante!

(Por cierto, la foto no tiene desperdicio... ¿hasta dónde llega la estupidez humana?)

2/Post a Comment/Comments

  1. Anónimo13:44

    Desgraciadamente hijo hay una mayoría tan estúpida de "nuevos ricos" emergentes etc. ya que yo pienso lo siguiente "si yo no quiero que las Nanas se confundan conmigo querría decir que yo tengo pinta de Nana" o no?????????si yo no tengo ese problema que mas da?siempre recuerdo a las personas que trabajaron en la casa de mis padres y en nuestra casa y que lo hacen actualmente con mucho cariño, ya que gracias a ellas uds. y nosotros estuvimos cuidados y regaloneados .A ellas MUCHAS GRACIAS y para las que no están con nosotros que sepan desde el cielo que siempre las recordamos.
    Todos somos iguales, digo yo, mientras no entre el roterío, mal educado y pasado para la punta ese, que está en todos los niveles FUERA (O juera como diría mi Martín)

    Mamá

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  2. Anónimo23:20

    que risa lo de la inmigración y la raza. cholitio mío.

    besos,
    Andrés

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