Para que a nadie más le ocurra...


Siete años tramitando una ley antidiscriminación en el Congreso chileno, mientras otras tantas leyes de equidad social y legal se discuten sin llegar a un acuerdo que equipare los derechos de todos los ciudadanos, independientemente de su orientación sexual, su raza, su credo... En tanto, Daniel Zamudio, un joven que fue víctima de un ataque por parte de un supuesto grupo neonazi por el simple hecho de ser homosexual, y que recientemente entró en muerte cerebral.

En pleno siglo XXI hay mucha gente que considera aún que la homosexualidad es una enfermedad: lo dejó claro la presidenta de Liberia -y ojo, Premio Nobel de la Paz-, Ellen Johnson, la semana pasada en una entrevista en la que defendía la criminalización de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, basándose en valores de su cultura que quería preservar. 

Y muchas otras personalidades de distinto rango (por no enumerar a políticos, científicos y representantes de distintas religiones y credos), como el actor Kirk Cameron que hace poco fue noticia por decir que "la homosexualidad es antinatural, perjudicial y destruye principios de la civilización", con lo que se ganó el repudio de miles de internautas a principios de marzo.

En mi último viaje a Chile me compré el libro "Raro" de Óscar Contardo, un ensayo sobre la historia no solo de la homosexualidad como concepto, sino también una radiografía interesante de la sociedad chilena de los últimos dos siglos, tan cercana que incluso muchas veces no la podemos ver.

En el libro se dejan ver muchas de las razones por las cuales todavía existe una rechazo tan visceral en gran parte de la sociedad al homosexual; pero ya es tiempo de dar un paso adelante, de comprender que la sociedad es diversa y que es en la riqueza de esa diversidad donde radica el futuro de una sociedad que debe aprender a convivir con el diferente, con familias distintas, con una estructura social que no es a la que se aferran algunos: el mundo ha cambiado y tenemos que elegir entre cambiar con él o no cambiar y esperar a que otras y otros como Daniel pierdan la vida en manos de cualquier salvaje de escaso cerebro, poca educación cívica y nada de solidaridad, amor o respeto.

Por Daniel y por su familia, y por muchas otras personas que padecen la homofobia o cualquier tipo de discriminación, es que hay que luchar para que nadie tenga miedo de ser quien es. Para que nadie tenga que lamentar la muerte de un ser querido. Para que a nadie más le ocurra lo que a Daniel. Porque esto nos podría ocurrir a cualquiera de nosotros si alguien considera que somos distintos. Porque todos podríamos estar en el lugar de Daniel, esto tiene que parar.

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  1. Acabo de leer en el diario La Tercera (www.tercera.cl) que Daniel no está en muerte cerebral, pero que su estado es crítico y esperan a ver cómo evoluciona. Seguimos informando...

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  2. Anónimo01:31

    Goldo, acaban de confirmar la muerte de Daniel Zamudio.
    http://www.emol.com/noticias/nacional/2012/03/27/533022/fallecio-el-joven-daniel-zamudio-tras-larga-lucha-por-su-vida-en-la-asistencia-publica.html

    Ya es oficial, no solo fue una golpiza, sino un homicidio.
    Andrés

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