9 películas europeas y una más

En los dos últimos meses, sin buscarlo de forma premeditada, he terminado viendo casi únicamente cine europeo. Bueno, premeditada en parte, porque debo reconocer mi debilidad por la forma en que los franceses saben hacer comedias y dramas. Vamos a hacer un breve repaso de ellas, antes de seguir con las que se estrenan en las próximas semanas.

La delicadeza: haciendo honor a su nombre, trata con mucho cuidado el dolor del amor perdido y la recuperación de la confianza en otro. Una nueva oportunidad para Audrey Tautou de encontrar el romance en la piel desgarbada de un hombre común (François Damiens). El amor no conoce de príncipes azules sino de personas reales y corrientes, con sus limitaciones y taras.

Los nombres del amor: deliciosa comedia ¿romántica?, atípica y sin complejos, con una pareja protagonista muy cómoda en sus papeles y creíble hasta el más allá. Ella se acuesta con hombres de derecha para convencerlos de las bondades de los pensamientos izquierdistas, mientras él intenta descubrir los posibles brotes de gripe aviar y lidiar con una historia familiar tan presente como oculta.

El Skylab: Julie Delpy hace una estupenda representación de las reuniones familiares, el despertar de la adolescencia y de una época (finales de los 70 y principios de los 80), pero falla cuando intenta justificar la motivación que le empujó a volver a su infancia con las escenas del comienzo y del final del film, tan inconexas como innecesarias.

La felicidad nunca viene sola: otra comedia romántica muy americana en su base, pero con el tinte francés que le da ese color especial. La química entre sus protagonistas, Sophie Marceau y Gad Elmaleh es estupenda, así como el ritmo, la música y los vaivenes del romance. Graciosa, tierna y con mucha comedia física (quizás un poco exagerada), pero es una buena opción para darse un subidón de azúcar sin complejos.

El Irlandés: A medio camino entre una comedia, un thriller y una película de malos, Brendan Gleeson borda su papel de policía al límite: al límite de la vida, de la realidad, del absurdo, de todo. Entretenimiento y muchos tópicos sociales y antropológicos que configuran un buen episodio de cine de acción con menos patadas y más mala uva.

Terraferma: una gran película italiana que retrata la dureza de la inmigración en las islas del sur de Italia, cuando las oportunidades son limitadas y hay una lucha entre continuar con las tradiciones o abrir la puerta a la modernidad, con todo lo que ello implica. Un relato crudo, humano, emotivo y necesario.

Pollo con ciruelas: El universo de Marjane Satrapi (autora de Persépolis) traspasa las viñetas hacia la gran pantalla, pero sin perder un ápice de su magia, su colorido y de un universo de fantasía muy particular. La historia del músico que decide morir da pie para adentrarse en todo un mundo de amores imposibles y platónicos en los que nadie puede salir ileso. Un reparto de lujo (Mathieu Amalric, Maria de Medeiros, Chiara Mastroianni e Isabella Rossellini, entre otros) y una historia para disfrutar y dejarse llevar.

Impávido: película española con una de esas tramas en las que crees que nada puede ir peor, pero siempre la vida te sorprende ingratamente. Cinta de enredos, testosterona a raudales, mafiosos, malos, buenos e ¿inocentes? El irregular desempeño del reparto permite que brillen tres personajes (Julián Villagrán como Ray, y la pareja dispareja de Manolo Solo y Selu Nieto, que merecen trascender en la pantalla). Entretenimiento sin más aspiraciones.

The Swell Season: un documental hecho a la medida de los fanáticos de Glen Hansard y Marketa Irglova, pero apto para todo público. Desde la grabación de Once y el Oscar a la mejor canción, hasta la separación musical y romántica, en un viaje que nos lleva al interior de dos músicos separados por el desgaste de una interminable gira y por sus diferencias vitales, y una relación de respeto mutuo y admiración que vivirá eternamente a través de sus canciones.

El dictador: normalmente ajena a lo que vería en el cine, la última aventura de Sacha Baron Cohen no me sorprendió en absoluto: no es una gran comedia y mucho menos una gran película. Pero él es una bestia del humor negro, incómodo, políticamente incorrecto y sin miedo a nada. Humor basto en general, con algunas perlas nada sutiles dirigidas hacia minorías, pero hechas con gracia y que obligadamente arrancan sonrisas. Hay que aprender a reírse de todo y de todos, incluso de uno mismo. Y eso, Baron Cohen, lo sabe hacer muy bien.

2/Post a Comment/Comments

  1. "La delicadeza" ha sido sin duda una de las mejores películas que he visto últimamente, pero ya se sabe que no soy objetivo con Audrey ni tampoco con las barbas pelirrojas. Es sin duda una de esas películas que te hacen salir del cine con una sonrisa en la cara.
    Quisiera ver el documental de Hansard e Irglova... son cosas que no llegan a las salas de estas ciudades.
    Un abrazo.

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  2. Anónimo18:02

    Solo me basta con tus comentarios, me encanta que hayas vuelto a la vida. ahora a seguir haciéndonos disfrutar de tu blog que tanto extraño
    mamá

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