Preguntas y dudas sobre la homosexualidad

Cuando uno sale del armario (clóset) es inevitable que surjan muchas preguntas y dudas, sobre todo en sociedades más tradicionales y cerradas, donde la homosexualidad ha sido cargada con una serie de apelativos innecesarios y, en una gran mayoría de los casos, totalmente falsos: pederastia, degeneración, zoofilia, sordidez, feminización de la figura masculina, entre muchos otros. 

La base de una relación gay se da entre dos hombres a quienes les gustan los hombres, los de su mismo sexo. Y hago esta aclaración porque fue una de las preguntas que tuve que responder durante mi proceso:  
¿Es verdad que en una relación homosexual uno hace de hombre y el otro de mujer? La respuesta fue no, si la referencia apuntaba a una asunción de roles cotidianos estigmatizados y condicionados por una sociedad eminentemente machista; y fue sí, si se entendía como "hombre" y "mujer" a la variante sexual, a la posición o actitud frente al sexo (pasivo, activo o versátil), aunque no me parece una definición acertada. Y menos algo que se deba preguntar, porque en general no se cuestiona en una relación heterosexual quién es el que toma la iniciativa o el lugar que ocupa en una postura determinada. Tal como dijo alguien a quien quiero mucho, "si yo me cuelgo de la lámpara en la intimidad, es mi problema y de nadie más". Eso, al final, no define el género de nadie.

¿Cuándo te convertiste en gay? No, no me convertí. No decidí serlo ni se me ocurrió como una reivindicación social para hacerme más interesante o menos "promedio". No me levanté una mañana con los cables cruzados ni me di un golpe en la cabeza. Tampoco fue cuestión de un profundo desengaño amoroso. Simplemente nací así y así soy ahora. ¿Alguien se ha cuestionado alguna vez cuándo decidió ser heterosexual? ¿Acaso alguien pensó realmente en variar sus gustos y apetencias después de una ruptura, por muy dura que haya sido? En general, todos los "tratamientos" en contra de la homosexualidad no tienen que ver con los "sentimientos" y "apetencias", sino que simplemente bloquean o inhiben la posibilidad de los individuos de manifestar libremente sus sentimientos y emociones; es decir, es una anulación de su ser para solo parecer.

¿Sufriste mucho? La verdad es que siempre tiendo a minimizar las sensaciones y emociones que provocaron estar dentro del armario, pero en realidad debo reconocer que tampoco recuerdo que fuera una experiencia traumática profunda. Por supuesto que es triste tener que vivir la adolescencia y los primeros años de la juventud adulta escondido, sin compartir con nadie lo que sentía, lo que quería y lo que no me atrevía a buscar o pedir. Pero en mi caso, y me siento privilegiado, pude compensarlo con otros afectos: familia y amigos, que siempre me han rodeado y me han arropado bien. Quizás los últimos años fueron más duros, pero también tiene que ver con el hecho de que el tiempo pasaba y, a pesar de estar bien acompañado, en mi mundo interior estaba solo. Por eso empecé este viaje, por eso decidí dar el salto y empezar de nuevo. Creo que no podría haber tomado una decisión mejor en la vida. Otra opción podría haber sido salir del clóset en Chile, pero en ese momento no era mi posibilidad más concreta, así que huí. Hay quienes dicen que fue un acto de valentía, pero también tiene un gran componente de cobardía: intentaba huir de la verdad, de mí verdad.

¿Es España una sociedad más abierta y moderna? Sí y no. Por un lado, el hecho de que la ley nos "proteja" y nos permita casarnos, es un gran avance teniendo en cuenta lo que ocurre en Gambia y en otros países (desde castigos físicos a cadena perpetua o muerte por "ejercer" la homosexualidad). Pero la ley no siempre va de la mano con el desarrollo social y, si bien es cierto que para mucha gente no es tema ni problema, todavía existe gente dispuesta a encerrarnos, castigarnos y maltratarnos por el simple hecho de ser. La reciente agresión a una pareja gay a la salida de una discoteca en el centro de Madrid lo confirma: hay imbéciles en todas partes.

A modo de aclaración, también tuve que decir que no era mi costumbre usar zapatos de tacón, maquillarme o vestirme de mujer, usar boas de plumas ni sentirme Priscilla, reina del desierto. Si bien es una práctica que muchos homosexuales (y también heterosexuales) practican, no es mi caso y estoy seguro que tampoco lo es de la gran mayoría de los gays. El disfraz de carnavales o del día del orgullo no implica que sea algo habitual, ¿o acaso la gente que se disfraza de Batman o de elfa lo son siempre en su vida diaria?

Preguntas que parecen obvias y lógicas, pero que despiertan muchas dudas a los no iniciados. Totalmente entendible. Pero ojalá llegue el día en que no haga falta hacerlas...

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